Una tonada melancólica armoniza el ambiente, al tiempo en que la escenografía grisácea muestra la primera escena de Yoidore tenshi (el ángel ebrio). Esta vez, el mundo ojirasgado de Akira Kurosawa recrea la decadencia en la que se hallaba sumergida Japón después de la segunda guerra mundial; situándonos en un barrio periférico del Tokio de postguerra donde coexisten la ley de la mafia y la de una endeble democracia, reflejada por Kurosawa en la metáfora de la ciénaga que hay cerca de la casa del médico.
Sanada, nuestro “ángel”, no es un ser dotado de grandiosa belleza física, ni mucho menos un ser de perfectas cualidades a los ojos de la sociedad; por el contrario, es un personaje real, complejo psicológicamente, dotado tanto de virtudes como de vicios. La actuación de Shimura es espléndida, ayudada por una puesta en escena majestuosa en la que el director se las arregla para lograr la naturalidad de los actores teniendo como resultado escenas impecables.
Por otra parte, Toshiro Mifune hace la primera de una larga serie de colaboraciones en el cine de Kurosawa. Mifune interpreta a un gánster que contrae la tuberculosis, pero que se niega a aceptarlo, mostrando a un ser humano vencido por sus temores que después se decide a luchar, de la forma que él cree conveniente, para conservar su estatus social, honor y prestigio.
El guión está muy bien escrito, tanto para los personajes principales como para los pocos personajes secundarios que deambulan por la historia principal y suelen materializar delante de ellos sus dilemas internos. Y por supuesto, el director demuestra un absoluto dominio del medio, tanto en la puesta en escena, como en la utilización de ruidos o ritmos en los momentos fuertes de la película. El Ángel Ebrio es una mezcla de cierto neorrealismo, expresionismo, cine negro y drama intimista con elegante equilibrio.
La presencia de la muerte en la película no tiene el objetivo de calmar los miedos que hacia la idea se despiertan, ni de prepararse para su lle¬gada; sino que se convierte en un elemento clave para difundir el deseo de vivir cada momento intensamente, disfrutar de todas las circunstancias y enfrentar con valentía los problemas que la vida trae consigo, porque “la voluntad puede curar todos los males humanos”.
Victoria Nobi
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