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Peter Sellers es conocido más por sus personajes cómicos y ridículos que por alguna presentación dramática, no obstante, en el film de 1979 Being There del director Hal Ashby, logró una personificación increíble de la simplicidad de la vida sin conocimiento; personificación que ni siquiera es superada por Tom Hanks en Forrest Gump.

Es posible, sin embargo, hablar de dos grandes problemas en la película protagonizada por Sellers. Por una parte, es posible establecer visos de una crítica profunda al sistema político de los Estados Unidos, a la fuerza manipuladora que está detrás de una democracia desdibujada y realmente inexistente. Una crítica, en últimas, a las estrategias de poder que funcionan en uno de los países más ricos y poderosos del mundo.

La anterior, es la más común de las interpretaciones, una interpretación directa, que se desprende con facilidad de la película, sin embargo, cabe la posibilidad de establecer otros diálogos con el texto cinematográfico. Por ejemplo, el personaje de Sellers, en su increíble mundo “vacío” para nosotros, encuentra la sencilla felicidad de ser por el sólo hecho de ser. Lleva su humanidad al mínimo grado de complejidad, y por una extraña razón, las cosas sólo llegan a él.

Así pues, podríamos establecer toda una idea de la significación de la humanidad, una prueba ontológica de la supervivencia sin más herramientas que la existencia por sí mismas y establecer (porque no) una razón de la vida, un vivir por vivir, sin más pretensiones que las cosas sencillas de la vida; sin necesidad de dinero, amor o poder, y consiguiéndolos, sin embargo, en un juego de ironía, todo al mismo tiempo y maximizado.

Being There, un juego donde el hombre se resignifica en el personaje y que con una magistral escena final, propone de las cosas sencillas y de la sencillez mental, el alcance de la gloria.

ALEJO DORMAN